Por delante y por detrás por Noelia Manfredi
Hola cielos, ¿cómo os va la vida?. A mi muy bien, y gracias a vosotros y vosotras que me hacéis pasar los mejores momentos del día o de la noche, pero los más excitantes sin duda alguna.
Desde que me dedico a ser una chica de la línea caliente muchos y muchas me habéis conocido en lo más profundo de mi intimidad, y es que cuando una se desata entre las pasiones también abre su mente y su espíritu. Por ello, algunos me llaman más de una vez a la semana, y es una gozada, ya que cada vez experimentamos algo nuevo y diferente. Pero aquellos que me conocen por primera vez suelo ser la clásica chica que se apunta a todo, no hay nada que me sorprenda de las fantasías humanas, es más, me encantan los hombres y mujeres que no se ciñen a lo clásico. ¿La verdad? Cada vez más lanzada y sin prejuicios.
Os contaré una de mis últimas experiencias con el teléfono erótico. Mis compañeras las escriben de maravilla, a ver a mi que tal se me da.
UN PORNO DE MUCHA CALIDAD
Lo que deseo compartir con todos ocurrió hace un par de días, concretamente ya entrada la noche. Yo estaba tumbada en el sofá tomando una copa de vino, había picado fuera y no tenía ganas de cenar, tan sólo de seguir viendo una película holandesa que me pasaron para verla. Un porno de mucha calidad, nada que ver con lo que se ve en la red, y sobre todo con unos actores y actrices de muerte. ¡Menudos cuerpazos y vaya manera de follar!. Por supuesto estaba caliente, muy caliente, y mientras tomaba mi copa dejaba que mi dedo jugara con mi clítoris. Ya tenías las braguitas empapadas cuando sonó mi teléfono erótico.
• Hola, mi nombre es Raúl, ¿molesto? . saludo una voz simpática y alegre.
• No cariño, no digas eso, nunca me molestan los hombres simpáticos.
• Vaya, que recibimiento, tu si que lo eres, y además ahora que te estoy viendo en la web, estas buenísima.
• Vaya, ¡gracias!
• Es la verdad, tienes el perfil perfecto para mi, ese culo me vuelve loco.
• Pues ya estás hablando con la dueña.
• Ja, ja, eso querrá decir que estoy un poco más cerca de él.
• Pues si, del culo y de lo que más te guste.
• Es que por gustarme, me gusta enterita, ya te digo, eres mi chica ideal, no me gustan las tetas grandes que siempre están colgando, ni siquiera que sean gordas. Y si ya son operadas, bufff, no las quiero ni ver.
• Bueno, eso está bien por la parte que me toca, pero a la mayoría de los hombres les gustan gordas.
• Mal gusto que tienen muchos, donde se pongan unos pechos bien apretaditos, que se quite la silicona.
• Eso siempre.
• Pues tengo que decirte un secreto.
• Dejará de serlo.
• Si, bueno, una confesión, mejor dicho.
• Cuenta, cuenta, soy muy curiosa.
• Eso como todas las mujeres, pero en fin. Te cuento: hasta ahora no había tenido la oportunidad de quedarme en casa yo solito para llamarte y conocernos mejor, por lo que debo confesar que cuando mi mujer se iba estos días pronto a la cama, me pajeaba soñando que follaba contigo. Siempre mirando tus fotitos.
• Vaya, eso me halaga.
• ¿Si? Si fueras mi mujer seguro que te enfadabas por pajillero.
• ¿Por qué iba a hacerlo? Es una cosa normal. ¿O es que ella no se ha hecho un dedo alguna vez?
• Yo juraría que no, conociéndola…
• Pues cielo, la mayoría si lo hacemos, y nos sienta de maravilla.
• Yo pensaba que era más cosa de hombres.
• No, ni mucho menos, nosotras también tenemos fantasías y necesidades como vosotros. Mira, secreto por secreto. Ahora, cuando me has llamado estaba viendo una peli porno, y si no llega a ser por el teléfono erótico me hubiera acabado haciéndome un dedito.
• Vaya, chica, siento haberte interrumpido.
• No, mejor, así hablo con un hombre con el que quizá pueda ponerme más caliente.
• ¿Quizá?
• Claro cielo, depende de lo que pienses.
• Pues te lo he dicho antes, me muero por follarte, pero antes sé como calentar un poquito la situación con tu ayuda, claro.
• Eso está bien, me gustan las relaciones con ganas por ambas partes.
• Si, como deben ser, y creo que tu ya algo caliente ya estás.
• Para que lo voy a negar, viendo como follan en las pelis, son verdaderas máquinas, tiene que haber truco, seguro.
• No creas, hay gente que tiene mucho aguante.
• ¿Cómo tu?
• Por ejemplo
• Estará contenta tu mujer.
• No sabe lo que tiene en casa, pero no me aguanta el ritmo.
• Esperemos que yo si.
• Seguro, porque me estás calentando sólo con esa voz tan sexy que tienes.
• Bueno, cuando una está así de cachonda, sale esta voz.
• No creo que sea por eso, fijo que te gusta el sexo tanto como a mi.
• O más.
• Buff, contigo creo que me pasaría días enteros en la cama.
• No estaría mal.
• Pero estamos como estamos, tu ahí con la peli, y yo con un oído en la puerta por si aparece mi mujer.
• Pues no perdamos más tiempo cielo.
• Yo no lo hago, la tengo en mi mano muy excitada.
• Um, que bombón. Con lo que me gusta a mi que el primer contacto sea ya con la polla dura.
• Como debe ser, es toda tuya.
Pues ven, dámela, deja que la coja entre mis manos, para mi son como tesoros de placer.
• Si, si, juega con ella.
• Claro cielo, no creas que me voy a estar quieta. Ahora subo y bajo mis manos por ella, la masajeo con ansiedad, sólo de pensar que estará dentro de mi muy pronto, chorreo.
• Como me estás poniendo cielo.
• Y si, pero ahora toca ensalivarla un poquito, a pesar de que ya está húmeda del liquidillo que os sale antes.
• Mucho amor, mucho.
• Pues vamos a ponerla aún más ardiente con un paseo de mi lengua por toda ella. Si, lamiéndola desde el capullo hasta los huevos.
• Me los depilo cariño.
• Mejor, mejor, ahora los cogen mis labios y los besan, sin parar de que mi lengua los masturbe.
• Mi madre, eso no me lo habían hecho jamás. ¡Qué pasada!- No quiero correrme en tu boca hoy, quizá otro día. Hoy quiero penetrarte y soltarte mi regalito gelatinoso.
DESESPERADA POR COMENZAR
Tenía un salero que no se podía aguantar, cada frase la decía con una cierta ironía, demostraba un deseo absoluto sobre mi, era un encanto y además agradecido. Me estaba poniendo muy caliente, yo quería que esa polla estuviera dentro de mi. Tampoco iba a aguantar mucho sin correrme, me pasaba como a él, así que decidí colocarme un consolador en marcha suave, sólo para que mi clítoris sintiera el cosquilleo justo mientras jugaba con aquel tipo.
•Me la ha dejado como un sable cariño, yo sabía que tu tenías algo especial, algo que no deben tener tus compañeras, pero ahora sí, quiero penetrarte, que la sientas dentro, que los dos empecemos a movernos en busca del placer. Deja que te coja por detrás.
• Si, por favor, abrázame fuerte, quiero sentir tu cuerpo pegado al mío.
• Ahora si, claro que te cojo por detrás, agarrando tus preciosos pechos, jugando con esos pezones duritos, pegándome a tu culito, que sabes que me vuelve loco.
• Así, si, no pares, con fuerza.
• Claro que no, te beso la nuca, pero no dejo de masajear las tetitas. Me encantan.
• Siento que la tienes enorme.
• Si, no te lo había dicho, pero un poco más de la medía, cosas de la genética.
• Pues la quiero dentro, muy dentro, estoy encendida y deseosa de macho.
• Allá voy, claro que si, la encañono, como yo digo, te inclinas, busco con mis dedos tu coñito, lo abro, y ahora si, dentro!
• ¡Qué sensación! ¡Qué ganas! Empuja, empuja hasta el final, no la saques.
• No mi amor, esta ya no sale viva.
• Así, si, me muevo, lo hago a la vez que lo haces tu, una perfecta armonía.
Me había colocado el consolador mucho más adentro, en esta ocasión además de darle al máximo de potencia, lo cogí por el puño que tiene y me lo metí hasta el fondo. Pocas veces estaba tan dilatada como esa vez. Además escuchaba sus gemidos, sus movimientos y eso me ponía a mil.
• Vamos preciosa, vamos, más fuerte, pégate del todo a mi.
• Lo hago amor, lo hago, empujo fuerte, mucho, me gusta que llegues hasta el fondo.
• Si, así, no dejes de menearte ahora, me encanta como follas, eres una diosa del placer.
• Dame más fuerte, pega si quieres.
• Claro que si, allá van unas nalgadas, esto de follarte viendo tu culo me pone mucho.
Así, poco a poco iba subiendo al máximo la temperatura, estaba tan ansiosa que deseaba correrme a la vez que él, sentir como soltaba su semen dentro de mi. Como me follaba como si fuera su esclava.
• Nunca pensé que me podía gustar tanto un culo, es como un fetiche. Me apasiona.
• Es tuyo amor, todo tuyo.
• No me digas eso, me gusta también meterla por el otro agujerito.
• Haz lo que quieras, lo que tu quieras, soy ahora tu sumisa, si lo deseas puedes destrozármelo. Ahora mismo estoy como una perra en celo, y sea por donde sea solo quiero que te corras muy dentro de mi.
• Bien, así será preciosa, pero no sin antes sacarla un momento, pasarla por el culo, acariciarlo un poco, masajearlo, dejar caer un poco de saliva. Y esta vez será poco a poco.
• Vamos, no pares, sigue.
• No paro, ahora si. Ya está preparada, la cojo con las dos manos, noto como te abres, como se ve bien el interior, donde ya mismo va a entrar mi polla.
• Métela, métela ya.
• Allá va, poco a poco. Dentro!
• Siiii! Qué placer, como me gusta, sigue, pero dale muy duro, como antes me follabas el coño.
• Pues te voy a reventar.
• Es lo que quiero, vamos, no te cortes, muévete con fuerza.
• Eso voy a empezar a hacer ahora, follarte muy duro.
Mi consolador cambió de sitio evidentemente. Sentía ese placer que también duele, pero es un dolor que produce mil sensaciones placenteras. Estaba endiabladamente deseosa de correrme, y no faltaba mucho.
• Venga, perrita, que tu no eres menos que las de las pelis porno, estás aguantando como una campeona- me decía con la voz entrecortada por el esfuerzo.
• Tu tampoco te quedas corto. Tienes potencia y aguante.
• La que tu mereces, quiero disfrutar de ti. Lo llevaba deseando hacía días.
• Pues yo disfruto con tu verga dentro, es un placer, pero me voy a correr yaaaaa.
• ¡Y yo! Allá va.
Pocas veces había conseguido un orgasmo simultaneo con alguien, esta vez si. Una pasada, él no paraba de descargar, me lo iba diciendo, yo lo sentía, de mi coño salía cantidad de flujo, más que ninguna vez. Me había vuelto verdaderamente loca con él. No sabía como pero había conseguido sacar lo mejor de mi.
• Mi sueño cumplido, pero quiero más.
• Descansemos un poco y sigamos.
• No nena, no me expresé bien, quiero hacer verdaderas locuras contigo, pero ahora temo que aparezca mi mujer.
• Vaya, lo había olvidado.
• Y yo, pero acabo de caer.
• Una pena.
• Si, porque habíamos empezado de maravilla.
• Bueno, ya sabes donde estoy.
• Te llamaré mañana a la misma hora, aunque me tenga que bajar al garaje.
• Te esperaré cielo.
• Hasta mañana.
Fui a la cocina, cogí otra copa de vino y decidí darme un baño relajante. Recordaba cada instante y me volvía a excitar. Aquel hombre era sexo puro y duro. Algo que me encanta. Al día siguiente sonó el teléfono a la misma hora. Era él, desde el garaje si, pero seguimos con nuestras asignaturas pendientes de ofrecernos placer, mucho placer.